Las beforas en el 8M
“Yo soy de San Luis Potosí y mi barrio son las mujereeees”
- Alteración a la canción Acuarela potosina.
- Alteración a la canción Acuarela potosina.
Lo diferente de este 8M, además del aumento en la participación (no
sé la cifra exacta, algunos periódicos dice 4 mil, otros 8 mil), es que
fui con mi mamá. Creo que encontramos otra forma de conectar porque
mientras gritábamos las consignas nos apretábamos las manos, llorábamos o
nos manteníamos en silencio, como lo pedían. Sabíamos que debíamos ser
más, que San Luis Potosí capital es el lugar con más feminicidios en el
Estado, que los diputados antiderechos siguen obstaculizando la
legalización del aborto, que a veces cuando salimos no sabemos si vamos a
regresar. Por primera vez sentí la tristeza y la rabia por las que ya
no están, porque una cosa es decirlo y otra realmente sentirlo, vivirlo
entre miles de mujeres que quieren lo mismo: que se caiga (porque lo
vamos a tirar).
Alaíde Mo
Este fue el primero año que fui a la marcha aquí en Aguascalientes y me sorprendió muchísimo la cantidad de mujeres que eramos.
Hubo dos eventos, primero el 7 de marzo un cacerolazo con el fin de denunciar la violencia y agresiones, asistí a ésta con Lilí. Gritamos, hicimos mucho ruido, cantamos las consignas, repetimos "Yo sí te creo" ante la lectura de nombre de agresores y violadores. Fue una experiencia de reflexión y al mismo tiempo de tristeza, pero de acompañamiento.
El 8 de marzo fue la marcha por el centro de la ciudad, me entusiasmé mucho al llegar al punto de encuentro y ver a mujeres de todas las edades. Llevé un cartel con una frase de la canción Ni una menos de Rebeca Lane: "Quiero contar mi historia, no quiero ser una cifra". Fue una gran experiencia marchar con amigas y conocidas, reencontrarme con compañeras de la secundaria, la prepa o la universidad.
Una chicas llevaron un avión presidencia enorme y lo quemaron. Todas gritamos y coreamos consignas. Me sentí valiente de poder participar.
En estas manifestaciones se pidió por el aborto legal (que no lo es en Ags), nombramos a las víctimas de feminicidio y de desaparición, se hizo homenaje a Andrea Noemí, víctima de feminicidio hace algunos años.
Me siento feliz de que cada día se sumen más mujeres y me da esperanza de que sí haremos un cambio.
Hubo dos eventos, primero el 7 de marzo un cacerolazo con el fin de denunciar la violencia y agresiones, asistí a ésta con Lilí. Gritamos, hicimos mucho ruido, cantamos las consignas, repetimos "Yo sí te creo" ante la lectura de nombre de agresores y violadores. Fue una experiencia de reflexión y al mismo tiempo de tristeza, pero de acompañamiento.
El 8 de marzo fue la marcha por el centro de la ciudad, me entusiasmé mucho al llegar al punto de encuentro y ver a mujeres de todas las edades. Llevé un cartel con una frase de la canción Ni una menos de Rebeca Lane: "Quiero contar mi historia, no quiero ser una cifra". Fue una gran experiencia marchar con amigas y conocidas, reencontrarme con compañeras de la secundaria, la prepa o la universidad.
Una chicas llevaron un avión presidencia enorme y lo quemaron. Todas gritamos y coreamos consignas. Me sentí valiente de poder participar.
En estas manifestaciones se pidió por el aborto legal (que no lo es en Ags), nombramos a las víctimas de feminicidio y de desaparición, se hizo homenaje a Andrea Noemí, víctima de feminicidio hace algunos años.
Me siento feliz de que cada día se sumen más mujeres y me da esperanza de que sí haremos un cambio.
"El patriarcado se va caer, se va a caer..."
Mayra Pato
Abril
comentó que esta vez en lugar de marchar en la Ciudad de México quería
ir a su pueblo (Coyotepec) y nos invitó. Decidí acompañarla. Al ser una
forastera, tenía de mi lado la seguridad de que no habría consecuencias
(por llamarle de alguna manera) para mí: nadie que me reconociera.
Teníamos la idea de que serían muy poquitas personas, y aunque no eramos
los cientos de mujeres de la Ciudad de México, fueron muchas más de las
que pensé, alrededor de cincuenta. Aunque éramos poquitas, se sentía
mucho la energía, el coraje, la sororidad y la protesta. Pasaban los
carros, se detenían a vernos y nuestras pancartas, algunos —por suerte
pocos— nos gritaban cosas desde ahí. Conforme recorríamos las calles
camino al centro se nos iban uniendo más mujeres. Una de las escenas que
más recuerdo es cuando se bajaron tres chicas de una combi y corrieron a
unírsenos. Al final llegamos al centro, leyeron un manifiesto y armaron
un tendedero. Eran nombres de personas que no conozco, pero que sé que
quienes son del pueblo sí; Abril, su hermana y mi amiga Aline, que son
con quienes iba, asentían o comentaban cosas respecto a lo que
evidenciaba el tendedero. Lo más bonito fue compartir con Abril esta
experiencia, y verla a ella tan emocionada y feliz de que en su pueblo
vayan cambiando las cosas, y que hayan mujeres feministas ahí, incluso
estaban organizando un colectivo o grupo feminista local.
Raquel (Hitzuji)







0 comentarios